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sábado, 12 de marzo de 2022

Regresos

No sé por dónde empezar a describir la experiencia que tuve esta semana... Fui a la escuela. Físicamente, me paré ahí, pisé las escaleras con mis propios pies. Estar ahí después de dos años de encierro se siente como un sueño. Se siente como el recuerdo de un sueño que tuve alguna vez. Se siente muy raro. Me inundaba un sentimiento de nostalgia y extrañeza al ver ese lugar tan limpio, y que ahora huele a limpio cuando antes olía a lodo y a químicos y a quién sabe qué más. Y ahora está tan silencioso, tan abandonado. Estoy ayudando con una clase de Bidimension de primer semestre para mí servicio social, y es extrañamente emocionante verlos tan tímidamente llenar de vida los salones. Ahora ocupamos dos salones por grupo en lugar de uno, que bizarro. Cuando llegué ellos ya estaban ahí, esperando. Les saludé y les dije que la clase empezaba a las ocho y media, eran las ocho y diez más o menos. Les abrí las puertas de la terraza y con brillo en los ojos salieron corriendo a sentarse en la barda de piedra. Creo que es como un reflejo natural para todos nosotros sentarnos ahí... Pero eso no es todo, salí al pasillo a buscar mi locker, se había quedado abandonado hacía dos años, yo pensé que habrían despojado cada uno de ellos de cualquier pizca de personalidad. Mi locker tenía pegados todavía los perritos recortados de revista que le puse hace años. Seguían ahí. Lo abrí, y estaban dentro todas mis cosas, mi repisa, mi cuaderno y mi carpeta de fotos impresas. Todo estaba ahí exactamente como lo dejé... No se movió. No se fue. No fue un invento de mi mente. De alguna forma me sentí como en ese momento de hora de aventura cuando la mamá de Marceline le canta a Marceline una canción donde habla sobre la permanencia de las cosas y como se quedan aunque uno las deje de ver por un tiempo. Básicamente le dice que todo se queda y aunque cambie sigue siendo lo mismo. Creo que es una canción para avisarle que no le tenga miedo al tiempo, porque Marceline tiene pesadillas sobre sus raíces demoníacas. No sé si me sentí como si yo fuera Marceline reencontrándome con aquello que alguna vez dejé.
Y después, en contraste con las caritas tan brillantes de los alumnos de primer semestre, estábamos mis amigos y yo. Con un aura melancólica, casi al borde de las lágrimas, incrédulos. Nos fuimos chiquitos y regresamos grandes, pero no crecimos ¿O sí? 
Qué hicimos para merecer el respeto que tan implícitamente nos heredó la generación anterior. Ser de séptimo. Ya nos vamos. Se supone que ya sabemos todo lo que podríamos saber después de estudiar la carrera, solo nos queda terminarla. ¿Qué pasó en estos últimos dos años? El tiempo paró. Y ahora que corre de nuevo es como si nos los hubiéramos saltado. Se me perdió todo aquello que iba en medio, y no sé cómo lo podría encontrar jamás. El tono en el que nos hablamos ahora, las miradas que nos damos, la timidez con la que nos sentamos unos al lado de los otros, son todos los síntomas del evento histórico que acabamos de vivir. Se sigue sintiendo como un sueño, uno muy melancólico. Después de eso no podría jamás volverme a meter en el disfraz de la persona que me había inventado. Soy alguien más. Era alguien que no soy yo. 
Abel me dijo algo muy interesante cuando le conté, cuando le agradecí que me guiará en mis ideas. Genuinamente. Incluso él siendo una persona tan aparentemente recatada saltó para decirme que es lógico y genuino que mis referencias sean hora de aventura y Zelda, y todas las demás de mis referencias que nadie me aceptó... 

Porque tengo veintitrés años.

Tomó ocho años. 
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El jueves fui a ver la bienal de foto y cuando entre por la puerta sentí como si hubiera dado un paso a otra dimensión, fue como en los sueños cuando cambias de lugar de la nada. Era un día muy soleado y dentro del museo estaba oscuro. Parecía otro planeta. El centro de la imagen tiene una estructura arquitectónica interna muy interesante, al menos por el momento. Parecía un laberinto. Llegué un poco tarde para acoplarme con el grupo de Corinna, pero tuve tiempo de ver varias obras, para mí se les desbordaba el sentido al menos a dos o tres pares de las más llamativas. No había forma de no verlas. Y parecía que aún con los ojos completamente abiertos el grupo de producción de quinto semestre estaba ciego. Cada una de las esquinas recónditas donde se escondían las obras estaban repletas de significado. Habían mensajes en el aire. Corinna fue amable con ellos pero yo no. La obra más obvia era una foto montada al final de un pasillo negro, iluminada, la cuál hablaba de la muerte desde una luz amorosa y melancólica. Y el grupo no sabía o no se atrevía a decir porque estaba montada así. ¿Por qué lo estaría? Es raro estar en séptimo, ellos, son una generación más chicos que yo. No es tanto, creo que no es tanta la diferencia. Y aún así después de presentarme con ellos diciéndoles que estoy en séptimo, se distanciaron un poco de mí. Cómo si de verdad, realmente yo, supiera algún secreto del que la vida aún los priva. No sé si hay un secreto. Quiero decir que no merezco este respeto pero al mismo tiempo sí pasé por todas las etapas anteriores de la carrera... No lo entiendo. ¿Este es el momento más importante de mi carrera en la Esmeralda? El final. Yo no lo creo. Creo que todo ha sido importante desde el principio. Esto también se siente raro. 

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☆‧͙⁺˚*・༓☾。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆ quédate, no te vayas nunca☆‧͙⁺˚*・༓☾。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆

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desde el principio, y hasta el fin del mundo ✧・゚: *✧・゚:*

el fin del mundo nos espera...♡˖*°࿐

vamos juntos hasta el fin del mundo .·:*¨༺ ☾ ༻¨*:·.