Estuve toda la mañana entre dormida y despertando, soñando cosas y cosas, pensando. Por un lado el sueño, o los sueños, soñar así es como pasar por un túnel en un auto o en el metro donde pasas por las luces y los huecos, y te iluminan un poquito de manera intermitente. Se siente como un viaje. Estaba soñando que tenía que aprender a volar para despegarme de mi niñez, de mis padres, y quizá de mi vida. Estaba con un par de amigos en una carpa, era como un circo pero también como un comedor, les estaba contando sobre mi proyecto de fotografía y el cómo esa misma mañana había ido a la playa más temprano para atrapar el amanecer y las sombras. Recordaba la sensación de la arena en mis pies y en mis manos, la brisa cálida de las olas golpeando la orilla, y la vista del mar como un espejo del cielo. Todo esto en conjunto con las sombras y el frío de la mañana, tan acentuados que dejaban un contraste tan notorio en la calidez. La ausencia de la noche era tan evidente. Ellos me miraron incrédulos, cómo era posible, con qué privilegio había ido y regresado de la playa así nada más. No les dije mucho más porque tenía una clase apunto de empezar. Me escabullí entre los laberintos y pronto estaba en la playa otra vez. La clase ocurría en un espacio liminal entre ciudad y playa. Fue un sueño largo, fue difícil aprender a volar, nadie confiaba en mí. Me decían que yo solo era una niña y que mientras más hablaba de cómo quería aprender a volar explicando mis intentos, más parecía una charlatana, más patética. Entonces empecé a saltar. Empecé a saltar de dónde pudiera saltar, de las escaleras, de los barandales. No parecía ser suficiente impulso. Dejé de contarles a todos sobre mis intentos, no quería seguir exponiéndome. Un día estaba en un concierto en una terraza altísima, estaba casi en medio del aire. Había mucha gente. El resto del lugar eran un montón de edificios grises, brillosos como espejos. No podía quedarme ahí, miré hacia el suelo y noté que era de vidrio, pensé en lo alto que estábamos del suelo realmente. Corrí a la orilla de la terraza y me paré en la barda, lista para saltar. Sin mucha sorpresa solo un par de personas se dieron cuenta pero salté mucho antes de que pudieran decir o hacer nada. Fue como un impulso. Y al mismo tiempo durante todo el sueño fue como si me viera a mi misma en tercera persona, y como si yo no fuera yo. Era alguien más bajo mi nombre, bajo mi identidad, y yo era un ente externo, una presencia casi ignorada. Porque me vi haciéndolo y corrí tras de mí. Me eché un clavado después de mí, para alcanzarme y para salvarme, no había confiado en mí misma. Cuando llegué conmigo al suelo a verme, había llevado un globo conmigo y había conseguido levitar hasta abajo. De alguna forma fue un poco extraño el pensar que yo estaba fuera de mí y por tanto cuestioné mi habilidad para volar o resolver esa situación. Cuando al mismo tiempo yo como el ente jamás dudaría de mi misma, sabiéndome el ser más poderoso de mi propio universo. Yo podía volar, pero no confiaba en que yo pudiera hacerlo.
Me lleva a reflexionar sobre la relación que tengo conmigo misma a través de la pantalla. En el juego soy otro ser que no soy yo y eso es lo divertido, pero cómo me relaciono personalmente con mi avatar cuando es un reflejo, no de mi, si no de quién quiero y pretendo ser. Por qué pretender ser alguien que no cumple con sus promesas, o es cuestión de bajar las expectativas de todos para brillar al sobresalir entre mis propias acciones. Es un personaje que al final del día no soy yo. Pero en ese sueño le tomé tanto cariño que le permití ser yo por un rato e intenté salvarle cuando decidió saltar al vacío; no fue enteramente estúpido pero no sabía tomar los caminos correctos para construir sus propias habilidades. Por otro lado, la idea de un avatar que está fuera de tu control. Alguien cuya psique no conoces, no sabes cuáles son sus intenciones ni sus miedos. Y quizá le controlas como una marioneta. Este asunto en especial sale a flote en Deltarune, donde la premisa del juego es que tus acciones no importan. En el juego queda implícito que el avatar es tu marioneta y que no quiere serlo, más aún cuando se arranca del pecho el control con el que puedes moverlo. Toby siempre deja mucho en qué pensar.
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En los últimos días he tenido tantas cosas que hacer que no he podido escribir tanto como me gustaría. Tal vez relacionado al sueño que tuve hoy está el hecho de que el viernes sí fui a tomar fotos, no a la playa, pero sí a las 8 de la mañana, para atrapar las sombras que no existen más que dos veces al día y por no mucho más de hora y media a la vez. Pensé en prevenir yendo tan temprano ya que los últimos días ha estado nublado en las tardes y cuando hay nubes es casi imposible encontrar una sombra. Las fotos salieron bien, le pedí ayuda a uno de mis amigos y fuimos a ese mini recorrido que pusieron en el viaducto donde hay unas cuantas plantas y un camino peatonal. Las sombras estaban excelentes. La intención de las fotos era hacer una narrativa de tres instancias fotográficas, un sujeto, un objeto y un lugar. Es la tarea que nos dejó Corinna. Entonces le pegué un espejito en la cara a mi amigo para que deslumbra un poco a la cámara y se viera un brillo natural reflejando desde su cara, haciéndola invisible. Quería obtener un aura onírica en mis fotos entonces tomé una bolsa de plástico y le recorte un círculo en el centro, esta bolsa la amarré al lente para hacer un efecto difuminado en las orillas, todas las fotos las tomé con la bolsa, el espejo solo fue para el retrato. Estoy lista para escuchar que los retratos que le tomé al modelo no son muy convencionales o algo así. Le tomé la del espejo donde sale en medio de la foto con el cuerpo completo y tomé una foto de su mano acercándose a agarrar una flor. Le presté un collar con un camafeo de corazón para convertirlo en el objeto y el lugar fue una toma más abierta de dónde estábamos. La narrativa es acerca de él siendo uno de mis personajes, mirando el interior del camafeo, descubriendo una zona nueva. Estuve pensando en la luz y la exposición de las imágenes desde hace varios días. A las ocho de la mañana hay una luz muy dura pero para tener el efecto deseado, neblinoso y suave necesitaba mantener el diafragma de la cámara lo más abierto que pudiera estar, para compensar eso ya que mi cámara digital no baja de iso100 tomé las fotos congeladas, casi todas estuvieron tomadas en alrededor de un milésimo de segundo. Todas las fotos que voy tomando para este taller así como varios otros de mis álbumes fotográficos los estoy poniendo en un blog especial que hice para mi trabajo fotográfico, del que hay mucho. Me había dado pena quizá, flojera quizá, poner mis fotos en línea, auto publicar esta parte de mí me ha parecido un poco redundante, innecesario.
El sábado estaba con unos amigos, hemos estado platicando de cómo unirnos y hacer proyectos juntos, o en todo caso cómo ayudarnos a crecer e impulsarnos y a nuestros proyectos personales. Estaba contándoles cuál es la base que aprendí sobre la fotografía. Esa es que la imagen está en los ojos de quién la ve, y que los fotógrafos están constantemente, incesantemente tomando fotos. Ese momento en el que ves algo que está fuera de la construcción cotidiana, algo que normalmente no se ve, algo que quizá notas que mucha gente no voltea a ver desde el ángulo ideal. El buscar y generar momentos de composición en el todo, encontrando imágenes donde quiera, eso es tomar fotos en el nivel más conceptual que entiendo. Cuando yo estaba en primer semestre en la carrera de la esmeralda tomé dos talleres de fotografía, uno que me tocaba en la materia optativa con Marco y otro que dio Emiliano, antes de entrar como docente. Ambos tenían escuelas bastante distintas acerca de cómo abordar la foto y de cómo tomar fotos con la cámara en sí, incluso sobre los debates de elegir entre analógico y digital. Pero si había algo en lo que ambos estaban de acuerdo es que cuando uno entra dentro de la fotografía, e incluso dentro del arte visual, jamás deja de tomar fotos. Con los ojos y si es posible con una cámara. Pero siempre estamos mirando a todos lados para ver dónde encontramos una foto. Andamos a la caza en búsqueda de imágenes que recordar, imágenes para evidenciar y resaltar lo que se esconde a simple vista, normalmente ignorado. Yo sabía desde antes que tenía una afición por la fotografía, desde antes me la pasaba con la mirada atenta, prestando mis sentidos a las fotos que podrían ser. Y en general tomando fotos de todo. Tener un teléfono en la mano prestándome la habilidad de capturar cada momento me permite tener ese hábito artístico de dibujar todos los días o pintar, de hacer eso que hacemos los artistas como si fuera respirar. Esto lo digo porque específicamente sé que no siempre tengo ganas de agarrar un lápiz o un pincel e incluso la cámara. Pero mis ojos siempre están mirando, buscando, encontrando las figuras ocultas del día a día. Por mucho tiempo me sentí apenada y tal vez irresponsable por no estar dibujando todo el tiempo, como si eso me convirtiera en mala artista o algo así. Pero solo ahora puedo darme cuenta de que el hábito artístico no se nos quita jamás, sin importar cuál sea nuestra actividad de todos los días.
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En otra nota, encontré una forma de jugar algunos juegos viejos que tenía perdidos, son varios juegos de flash de un grupo indie de desarrolladores, músicos y artistas llamado Nitrome. Los juegos de Nitrome fueron muy importantes para mí durante mi desarrollo dentro de los juegos, siempre me parecieron muy creativos y divertidos, eran muy diferentes del resto de los juegos de flash en general, no estaban a la moda o eran muy ampliamente conocidos, pero son inolvidables. Nitrome tiene juegos en su mayoría 2d estilo pixelart, suelen tener paletas de colores muy bien definidas, y música y ambientes muy cohesivos e inmersivos. Fue verdaderamente una tristeza enorme cuando decidieron no colaborar con las bibliotecas de archivo de juegos de flash ya que al final del día sí son muy exclusivos. Nitrome se movió con los cambios dentro de los modos de juego y tan pronto como los juegos móviles empezaron a ganar popularidad sobre los juegos de flash en los navegadores, Nitrome saltó con ellos. Los juegos de navegador son el precedente más importante para los juegos móviles. Entonces era solo natural que la plataforma cambiará de pantalla. Tristemente esto propició la lenta muerte de los juegos de flash, pero las comunidades de jugadores, usuarios y programadores en internet han hecho esfuerzos enormes para conservar esta pizca de cultura, que es en realidad altamente importante para nosotros como generación. Es casi tan o igualmente importante como Bob Esponja, Hora de Aventura y Avatar, entre otras caricaturas. En el caso de los juegos de navegador los exponentes con una equivalencia en relevancia serían Club Penguin y Fancy Pants, también entre otros. No podría decir que Nitrome es equivalente a estos otros, tenía y sigue teniendo una comunidad diminuta en comparación, pero para las pocas personas que lo conocemos es un sitio y un equipo de personas excepcional. La cuestión con preservar está porción de la cultura e historia del internet es que en a finales del dos mil veinte, flash murió. Adobe flash era un programa ampliamente utilizado para correr tanto juegos como animaciones como varias otras funciones en las páginas web, pero al ser tan accesible y fácil de utilizar era un programa bastante inseguro y facilitaba el robo de datos entre otras cosas. También era un programa viejo y decidieron terminar con su servicio mundialmente. La muerte de flash. Y por lo tanto la muerte de está pizca de cultura, a menos que se conservara mecánicamente. Entre las bibliotecas más accesibles de juegos de navegador está bluemaxima con su programa flashpoint el cual contiene cientos, si no es que miles para este punto, de juegos y animaciones hechas en flash, conservando ahí muchos de los juegos más importantes de ese momento histórico. Sin embargo Nitrome solicitó por varios lados y a varias bibliotecas que no se archivaran sus juegos, por algún motivo no explícitamente explicado. Entonces por al menos un buen año fue imposible acceder a esos viejos juegos. Hasta ahora, recientemente se junto un equipo en archive.org y dónde por fin se archivaron esos juegos de forma accesible para cualquier usuario. Me parece que tiene unos cuantos meses la publicación oficial donde están todos los juegos, y no se cuanto tiempo durará ahí. Por ahora yo descargué la biblioteca en mi computadora y estuve un buen rato explorando la nostalgia de esos juegos, sorprendentemente o no, siguen siendo muy interesantes, muy divertidos y fáciles de jugar. Nitrome siempre tuvo algo fantástico en ese aspecto, el equipo es altamente profesional y los juegos que hacer son increíblemente accesibles y divertidos. Con estas recientes exploraciones en las bibliotecas he estado juntando unas cuantas ideas para los retos y modos de juego que voy a incluir en mi juego. No específicamente de Nitrome, pero hay una serie de juegos de un solo botón en los que toda la dinámica del juego ocurre a través de un solo comando. Quiero agarrarme de esa idea para generar un par de dinámicas si no es que todas aquellas que no serán de exploración de laberinto y rompecabezas. Por ejemplo, al principio del juego cuándo te encuentras con el pez y te ofrece llevarte, planeo incluir un mini juego el cual tengas que superar para desbloquear el mapa general, el cual también te permitirá transportarte a todas las locaciones del archipiélago. La cuestión de un solo botón, y de tener un solo comando para resolver el juego me parece muy accesible, divertido y sencillo. Puedo pensar en muchos juegos que funcionan con un solo comando y son muy entretenidos. Por ejemplos: estos de un click que estuve jugando en flashpoint, Flappy Bird, Geometry Dash, Don't Grind, Crossy Road, y probablemente muchos otros. La sencillez de mantener el comando en un solo botón abre un mundo de posibilidades.